jueves, 12 de enero de 2017




El tomate es un alimento muy popular en todo el mundo, se emplea en infinidad de platos y es fácil combinarlo con otros alimentos. Si el tomate es de calidad nos encontramos con platos casi gourmet, muy sencillos. En casa no hay nada que nos guste tanto como una sencilla ensalada de tomate con queso fresco, por no hablar de las innumerables salsas que podemos hacer con él.



Aunque siempre recomiendo comer  frutas y verduras con su piel en la medida de lo posible, hay platos que agradecen su ausencia como es el caso del tomate, que en ciertas preparaciones, una vez pelado resulta mucho más fácil de comer. En otras muchas de las recetas del blog cocino con el tomate sin piel, como en la salsa arrabiatta y en la mayoría de las ensaladas de tomate, sobre todo fuera de temporada, ya que tiene la piel más dura. Otras elaboraciones que a menudo requieren pelar los tomates son las salsas que no pasan por la licuadora, como la boloñesa o la clásica salsa de tomate y en los acompañamientos de un ceviche, guacamole o ensaladas de pasta o arroz. También lo han visto en alguna de las salsas vinagretas de las ensaladas o para aromatizar algún guiso o sopa.

Otro ejemplo donde debemos pelar el tomate es cuando cortamos en concassé o concasser. Una forma de trocear el ingrediente de en cuadraditos de un tamaño aproximado de 0,5 centímetros de lado y sin piel ni pepitas, por lo que es un corte de tamaño superior al denominado brunoise. Este tipo de corte se suele emplear para preparar salsas, ensaladas, tortillas, pizzas o aperitivos.

Pelar tomates no es una tarea muy agradable. Si utilizamos el cuchillo siempre se pierde pulpa y también mucho tiempo. La manera más fácil de hacerlo es escaldándolos en agua hirviendo durante unos segundos.

DIFICULTAD: Super fácil
TIEMPO: 3 minutos
Recetas de ensaladas y verduras
Trucos de cocina


Ingredientes para Cómo pelar tomates de manera sencilla

1 k. de tomates
Agua fría y agua caliente
1 cuchillo afilado



Cómo pelar los tomates

1. Ponemos una olla o cazuela con agua y subimos la temperatura al máximo hasta que llegue a ebullición. Dejamos un bol grande con agua en la nevera o con hielo solo necesitamos que el agua esté bien fría. El contraste entre el agua caliente y el agua fría hace que la piel del tomate se separe de la carne. Por eso es muy importante que ese contraste sea muy brusco y por eso debemos asegurarnos de que el agua caliente esté hirviendo y de que el agua fría esté helada.

2. Mientras se calienta el agua colocamos los tomates en una tabla y aplicamos un corte en cruz sobre la base del tomate. El corte debe ser lo más superficial posible, si cortamos sólo la piel mejor pero si se te va un poquito el cuchillo para la carne del tomate tampoco pasa nada.

3. Cuando el agua esté a tope de temperatura y salgan todas las burbujas añadimos los tomates y los dejamos en el agua hirviendo 20-30 segundos. Hay que ser muy preciso al controlar el tiempo, ya que de lo contrario la parte superficial del tomate quedaría cocinada. Los sacamos con una espumadera al bol con el agua fría y los dejamos un rato hasta que pierdan temperatura, con 2 minutos será más que suficiente.

4. Sacamos los tomates del agua fría y separamos por donde vemos que la piel se ha abierto, sólo tenemos que tirar de ella quitarla totalmente. De este modo ya tienes los tomates totalmente pelados. Sólo quedaría quitarle la parte dura del medio y los tendríamos listos para cocinar.



Si vamos a utilizarlos para una ensalada no olvides de hacer este proceso antes, deja los tomates en la nevera para que se enfríen adecuadamente antes de comerlos.

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